"Cogeros del hombro formando una fila. Como si estuviérais en el colegio de pequeños".
La luz se hizo oscuridad.
La oscuridad más plena, pura que nunca había visto. Que nunca había sentido.
Miraba
en todos los sentidos buscando una leve manifestación de luz exterior
para poder orientarme hasta que mis pies se dieron de bruces contra una
silla.
-"Siéntate aquí".
Nunca me
había sido tan complicado sentarme en una silla. Las manos tomaban la
dimensión de una simple silla, como si fuera la primera vez que palpaba
una. "Tenía que ser fácil sentarse en una silla en la más absoluta
oscuridad, desde siempre lo hemos hecho y "hasta con los ojos tapados lo
hago" pero... no".
-"¿Qué quiéres tomar?". La entrada de 3 €, donde iba íntegra a una causa solidaria, incluía una pequeña consumición.
-Un café, por favor (raro en mí).
Nos
sentaron en grupos de cuatro. "Qué raro es ésto, ¿verdad?". "Es
increíble cómo han logrado conseguir la más absoluta oscuridad".
-"Así
es cómo lo veo yo". Una voz surgió de la nada. "Así es cómo desde que
me levanto hasta que me voy a dormir veo lo que me rodea".
Yo seguía mirando en todas las direcciones. Nada, ni un rato de luz. Me sentía pequeño, perdido.
-"¿Y cómo consigues moverte sin tropezarte?". En ese momento una persona se paró a mi lado.
-"¿Quién ha pedido café?.
-"Yo. Aquí". Pasaron 5 segundos cuando el hombre añadió:
-"¿Dónde?".
Mis
manos se movían en el vacío buscando sus brazos. Lo encontré. Lo cogí
del codo y avancé hasta la mano. suavemente la recorrí hasta el inicio
de los dedos y hasta coger el pequeño vaso con el café y lo dejé sobre
la mesa. "¿Cómo algo tan sencillo, que hago diariamente, se me volvía
así de complicado?".
Mientras pasó lo del café, el hombre respondía a aquella pregunta:
"Una
persona ciega se acostumbra muy rápido y a situarse en un lugar cuando
no varían de lugar las cosas". En ese momento, no sé por qué, pensé en
los murciélagos.
Pasaron 20 minutos, en donde la
gente con la que me senté, hablaba, comentaba sus sensaciones,
preguntaba. El tiempo se acabó. Volvimos como entramos. La luz nos cegó
al salir y la persona ciega que nos guió a la salida nos buscaba los
brazos para darnos las gracias.
Miré a la cara a las
personas con las que me senté y no había visto antes. Me las imaginaba
de otro modo por sus voces. Acto seguidos miré a mi alrededor, cada
detalle, la luz, los colores del patio del aquel palacio renacentista..
todo se volvía único, un privilegio.
Iniciativa
promovida por "L'Associazione Progresso Ciechi" realizada en el interior
del Palacio Geremia durante las Fiestas patronales (De San Vigilio) de
Trento, "FESTE VIGILIANE", de este año.
Una de las mejores experiencias vividas aquí.