Estado de la torre del reloj en Finale Emilia, (Emilia-Romagna, Italia) en mayo de 2012
Fue
el primer terremoto que viví personalmente. Antes, sólo veía por
televisión las grabaciones de aquellas sacudidas en Japón donde todo
bailaba, cajoneras saliendo despedidas, lámparas moviéndose
adescompasadas, objetos rodando por el suelo. De aquí para allá, de
izquierda a derecha.
La
conversación con Marta por Skype se cortó de repente, no era algo
anormal pues en esa casa cada poco se caía la conexión a Internet. Abría
el frigorífico buscando algo que llevarme al saque o simplemente mojar
mis labios con algo, cuando a eso de las 4:00 am, sería la madrugada del
20 de mayo, el armario sobre la pila empezaron a moverse. Despacio al
inicio, como si un pequeño animal se moviese por los cacharros, pero
fuerte y como desmoronándose con el paso de los segundos. Me dije en voz
baja:
-"Joder, éstos (mis compañeros de casa), ¿cómo carajo han colocado los cacharros?".
Lo que sucedía con el armario era lo mismo que con el frigorífico. Todo el interior se movía, golpeaban las cosas las paredes.
-"¿ Lo habéis notado?". Gritó Rubén apareciendo de un salto en la cocina.
Miré
a mis pies. Todo bailaba. El edificio se movía al son que marcaba la
tierra. Era como un vals, aunque un poco mal bailado, y eso que nunca he
bailado uno.
El suelo hacía círculos. Los dibujaba.
Se
mezclaban sensaciones de excitación y miedo, con algún que otro grito
de "ostias, ostias...!!". Quizás al ser el primero no pensé en todas
esas medidas de seguridad que uno sabe cuando suceden cosas de éstas.
Total, era mi primera vez.
Ya
sabéis, esas cosas como ponerse debajo de los marcos de las puertas, de
las mesas, en los ángulos de las habitaciones, no salir a los balcones,
etc. yo salí, quería ver qué pasaba a mi alrededor. Quizás esperaba ver
algo así como derrumbarse los edificios de al lado, a modo de película
de ficción y llegaba el fin del mundo. Sólo ví cómo se iban encendiendo
las luces de las casas. Primero una, dos, tres, cuatro. a los pocos
minutos casi todos los bloques estaban encendidos.
Se repitieron varias veces en los días siguientes, no con la misma intensidad, pero la sensación era terroríficamente genial.
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Al día siguiente los medios hablaban de una intensidad en el Trentino de 5,3 Escala Richter.